lunes, 26 de noviembre de 2007

Ahora que empieza a llover...


Es tiempo de volver pronto a casa, y de pensarlo dos veces antes de salir.

Pero hasta de esto estamos lejos. Sabemos poco más de lo que oímos, vemos, o hemos sentido durante alguna experiencia fugaz. El invierno hasta aquí no llega, como tantas otras cosas...

De todos modos, algo sí que se puede notar. Pasada la media tarde comienzan ya a quedar vacías las calles, quizá como presagio de lo que pronto sucederá con las billeteras de la mayoría de nosotros (cada vez es mas elevado el caché de Mr. Espíritu navideño; suerte que siempre queda endeudarnos hasta más no poder, o fundir tarjetas de crédito a ritmo frenético ).

También comienzan a parecerme oscuras esas mismas calles, a pesar de los adornos luminosos que las abarrotan.

El silencio se hace cada vez más fuerte, casi insultante. Los niños ya no juegan en los parques, lo han cambiado por correr y dar gritos en casa... (impidiendo cualquier intento de estudiar Derecho Constitucional)

Aparecen los primeros charcos en las aceras...los mismos que hace una década era divertido esquivar, y en los que ahora creo ahogarme en más de una ocasión.

Golpean mi cara las finas gotas de la mañana, conocedoras de este creciente Insomnio, conscientes de que las necesito para comenzar a aguantar el nuevo día.

La gris facultad de Derecho resulta aún más gris...el frío que desprende llega cada vez más adentro.

Y comienzan a hacerse cada vez más necesarios aquellos abrazos, la pasión, las ganas que poníamos a todo...y no miento si confieso que para esquivar al frío lo mejor será correr hasta volver a encontrarte.

"La envidia rige el corazón: el poderoso engorda en su sillón, y yo sudando solo en el colchón. Me arrancaste una ilusión..."


sábado, 17 de noviembre de 2007

Juguemos...


Puedo jugar a que fui valiente y te dije estas palabras bajo el cielo estrellado y el susurro del oleaje.

Puedo jugar a que juntabas mi mano a la tuya, mientras clavabas en mi esos ojos infinitos.

Puedo jugar a que imaginabas, y cada palabara pronunciada se hacía realidad.

Puedo jugar a detener el tiempo en ese momento y centrar en tu ombligo mi universo.

Puedo jugar a ser mayor, envejecer a tu lado; y jugar también a volver atrás, a las estrellas, a las olas, a las manos, al infinito, a tu ombligo, a tus labios.

Puedo jugar a que no dormí nunca más, pues esa belleza me impide cerrar los ojos y dejar de mirarte.

Puedo jugar a colmar tus ilusiones, a cuidar de tus sueños, a remar tus fantasías.

Puedo jugar a vencer a tus miedos, jugar a que vuelas y los dejas atrás.

Puedo jugar a secar para siempre tus lágrimas, y regar tu rostro sólo para ver crecer esa sonrisa.

Puedo jugar a colocar estrellas dibujando tu nombre, a hacer bailar el viento en tu pelo.

Puedo jugar a que nunca te perdí, a que nunca te vi marchar, a que no existió ese último beso, jugar a negar que soltaste mi mano. Puedo jugar a destruir ese adiós.


Juego porque ya no te siento, no te veo, no te escucho. Juego porque hay veces en las que consigo unir los pedazos rotos de este corazón. Juego porque hay momentos en los que te recuerdo. Juego porque hay momentos en los que...Te Quiero.